La ambición tiene un por qué cuando lo hacemos con una dirección enfocada hacia un objetivo clarificado; entonces esto nos permite estar motivados constantemente.
Aún cuando haya tropiezos o frustraciones la ambición dirigida para alcanzar lo que queremos se convierte en una energía con un sentido que se transforma en una brújula que siempre nos guía y avisa que tenemos una meta por lograr
Esto se reduce a una ambición que tiene visión iluminada por la fe y la esperanza. También nos permite ser perseverantes y entusiastas ante las caídas y éxitos cuando estos aparecen en la práctica de la ambición con sentido.