El estrés puede interpretarse como una fuerza energética que conforma dos caras de una misma moneda. La primera es el estrés sano, el cual nos impulsa, estimula, nos da vitalidad y vigor, siempre y cuando lo manejemos con inteligencia y administrándolo con sabiduría.
Por el otro lado, se encuentra el estrés desbordado, que termina por controlarnos. En tal caso, nos limita y en ocasiones produce enfermedades emocionales y físicas.
Date cuenta que quizá no eres consciente de tu estrés, y como consecuencia, permanece por mucho tiempo en tu vida. Si descubres que ese estrés está volviéndose crónico, puedes decidir acotarlo y frenarlo conscientemente, y así, manejarlo a tu favor.