¿Te has dado cuenta de que constantemente platicas contigo mismo?, ¿qué te dices?, si tú eres el que habla, ¿quién te escucha?; si quién te escucha luego te habla, se conforma un diálogo interno. Este diálogo puede ser motivador o desmotivador: según lo que platiques contigo mismo te animas o desanimas.
Si ejercemos un diálogo interno de calidad podemos generar un espacio de paz y armonía produciendo el sonido más agradable del Universo: el silencio, del cual surge la intuición, que nos alerta de los riesgos o nos avisa de las oportunidades.